Monday, April 03, 2006

Allegro con spirito

Se sintió orgulloso de ser un mentiroso tan convincente, mientras quitaba sus dedos de las teclas que hicieron sonar ese acorde mayor tan contundente. La gente rompió en aplausos y él recordó que, por educación, debía agradecer. Se levantó, hizo su reverencia y salió del escenario. Tres veces más tuvo que regresar a "agachar la cabeza", siempre con esa cara de póquer que no decía nada. Cuando iba a la parte trasera del teatro, se le ocurrió que "mentiroso" era una palabra muy fuerte: se sentía mejor ser un buen "actor" y esta noche había logrado su mejor interpretación. Fue capaz de expresar la dicha más plena, cosa que jamás en su vida sintió. Desde hacía mucho tiempo no sentía nada: era tan incapaz de la empatía como de vanagloriarse de sus dones y talentos, que no eran pocos, pues se había hecho a la idea de que si alguien tiene la capacidad para algo, está obligado a hacerlo bien, sin que sea motivo de orgullo o celebración. Sin embargo, nunca mostró esta severidad para con otra persona que no fuese él mismo.

Abrió la puerta del camerino, se acercó a la mesa donde estaba la pequeña maleta y metió la mano. Sintió el metal del pequeño artefacto y esa frialdad lo reconfortó. Dentro de algunos minutos, un fragmento minúsculo y certero de esa frialdad estaría dentro de él y le brindaría la verdadera tranquilidad.

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