Reviso mi egoteca y encuentro que he cambiado poco. Los mismos temores, las mismas preocupaciones, el mismo estilo. Pareciera que la evolución no me va. Me he quedado estancado en esa zona segura que más bien parece una espiral descendente cuyo fin, si bien todavía no diviso, no puede ser bueno. He convertido a la melancolía en mi muletilla. Bastante enfermo, lo sé, pero así es. Me regocijo en la tristeza porque la conozco y aún puedo manejarla casi a piacere. Cuando se vuelve demasiado pesada, simplemente me desconecto y entro en un estado en el que vivo la vida a medias, dejo que la inercia biológica haga el trabajo.
Siendo objetivo, no tengo motivos para sentirme así. Sin embargo, el sentimiento de no ser lo suficientemente bueno para esto o lo otro está siempre presente. ¿Me exijo demasiado? De poco sirve reconocer racionalmente la afección si se trata de algo irracional. Mi cerebro le da vueltas al asunto, hace marañas y al final sólo quedo con un gran sentimiento de frustración. Muchas salidas y ninguna disposición de dirigirme hacia ellas.
¿Tengo miedo a la vida?
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