Saturday, November 29, 2008

Hubo una vez...

Tiempo ha me enamoré -o creo que me enamoré. Me enamoré tanto como tal situación puede ocurrir cuando el objeto de tu afecto se encuentra a un océano de distancia (literalmente) y la única interacción que hay entre ustedes se da mediante el mensajero instantáneo. Con todo, me enamoré... creo.

La historia comienza cuando N. me agrega a sus contactos. La diferencia de horarios hace imposible que nos comuniquemos durante un mes. Un día, mientras hacía una tarea en la sala de cómputo de la prepa, N. me envía un mensaje. "Por fin coincidimos" o algo así. [Me gustaría poner aquí una frase como "Es entonces cuando las campanadas del destino tañen el primer acorde funesto" -ora burla a mi vida, ora mofa de mi incapacidad para escribir con figuras poéticas o cómo-se-llamen; pero nomás les expreso la idea. Hagan uso de sus habilidades psicoanalíticas... si quieren.]

A partir de ese momento comienza una relación amistosa, semi-empática e intelectualoide. Me justifico: éramos prepos. Él: un año menor que yo, culto, melómano, aficionado al ciclismo y a los aparatos de audio; en algunos aspectos, con más experiencia de la que tengo incluso ahora, seis años después de haberle "conocido". Yo, no sé... Supongo que la falsa promesa que sin querer le entrego a todo el mundo.

El curso de nuestras conversaciones derivó en algún momento hacia la confidencia, si bien sólo de mi parte. Cauto, desinteresado, o simplemente sensato, N. hablaba más bien poco de sí, y yo poco a poco fui formándome una idea de él; mientras que su servidor hablaba de más. Honestamente, se sentía bien tener alguien con quien poder hablar sin tapujos, con la garantía del anonimato -y que además apreciara mi sentido del humor, frecuentemente tachado de demasiado sofisticado, elevado y/o similares. N. disfrutaba escuchando/leyendo mis exageraciones adolescentes y ¿quién era yo para privarle de ello?

Si alguna vez en mi corta vida he sucumbido a alguna adicción, ha sido a las pláticas con N. Me emocionaba cada vez que lo encontraba conectado. Algunas veces no podía esperar a contarle cualquier suceso trivial o mostrarle mis bosquejos de composiciones. ¡Ah! Porque debo decir que tuve una racha creadora inspirada por él. ¡Dios! Estaba enamorado... :S

(Se) lo confesé. Lo tomó bien. Mostró preocupación por mí. Di[g/j]o, es una "situación bastante jodida" enamorarse de alguien a quien apenas conoces ¡Y por IM! Tuvimos contacto durante un tiempo más y luego ¡puff!: Desapareció.

Durante ese lapso que no tuve contacto con él pasé por la tristeza, paranoia, resignación y aceptación. Digo, fueron prácticamente once meses sin saber nada de él. Le escribí algunos correos. Dos veces me lo encontré conectado. Fue breve, y lo poco que me dijo alimentó mi paranoia durante un rato. Luego empecé a aceptar muchas cosas...

Regresó... Lo ví conectarse. Descuidé un trabajo final de investigación de operaciones para ponerme al tanto con él. Sin embargo, algo era diferente. Me dijo que había leído los correos que le envié. Yo evité dentro de lo posible, mencionar como me sentí durante su ausencia. Francamente, estaba algo resentido con él; pero sólo porque era más fácil.

N. sigue ahí. Across the pond. The same but different. Yo también. A veces hablamos, parcamente. Supongo que porque yo ya no le doy cuerda. Prefiero no hacerlo... ¿El problema? Es que ya no le doy cuerda a nadie.

Es más difícil resentirse con uno mismo (¿pleonasmo?) pero así es como debe ser.

Tuesday, November 18, 2008

Señal de alarma

Ok. Whatever. No lo pude evitar. Además, me sale más barato que el pisicólogo.
-----------------------------------------------------

Fingir la risa, aun cuando solo.